La Rábita Califal

Vista aérea de la Rábita Califal de Guardamar del Segura

Vista aérea de la Rábita Califal de Guardamar del Segura

Localización: En las dunas de Guardamar, próxima a la desembocadura del río Segura.
Cronología: Una lápida fundacional data el yacimiento en el año 944 d.C. Su abandono se produjo a mitad del siglo XI.

La Rábita Califal de las Dunas de Guardamar del Segura es el único conjunto monacal islámico del período Omeya Andalusí (siglo X-XI) conservado casi en su totalidad. Esto fue posible gracias a que tras su abandono a mitad del siglo XI, producto de la guerra civil sucesoria que sufre el Califato, toda la rábita queda enterrada y a salvo de las agresiones.

Así transcurrieron casi novecientos años, oculto bajo las arenas, hasta que en 1897, durante los trabajos de repoblación forestal, se encontró una lápida con inscripciones en árabe. El Ingeniero Francisco Mira i Botella, encargado de las labores de repoblación de la pinada, la manda traducir y ésta nos viene a decir:

“En el nombre de Alá, el clemente, el misericordioso, no hay Dios sino Alá: Mahoma es el enviado de Alá. Se concluye esta mezquita en el mes de Almoharren el año tres y treinte y trescientos (944 de la era cristiana). Mandó construirla Ahmed, hijo de Bohul, hijo de la hija de Alwatsecbilá, el que busca la recompensa de Alá. Lo hizo con el auxilio (bajo la dirección a costa) de Mohammed, hijo de Abusalema, obra de Aben Borracha el constructor”.

El hallazgo no tiene más repercusión arqueológica hasta que en 1984 se decide encontrar el edificio del que habla la lápida. De este modo y con diferentes campañas arqueológicas se consigue desenterrar las dos terceras partes del conjunto que aquí se puede visitar. La Rábita está compuesta por aproximadamente 22 celdas oratorio con su propio mihrab cada una. Estas celdas se organizan en torno a dos calles principales y su tamaño varía, así como su acabado. Destaca del conjunto la mezquita (de menor tamaño al que se construían en las ciudades durante el Califato Omeya) situada en la zona central y la hilera de celdas situadas en la zona central norte, entre las que se encuentra la celda de acogida de visitantes donde se conservan multitud de graffitis.

En este monasterio convivirían religiosos, fieles realizando el ribat y peregrinos, todos ellos atraídos por el retiro espiritual que exige el Islam a sus seguidores. Las celdas oratorio servirían de lugar de oración, así como de lugar destinado a cubrir las necesidades cotidianas. La excavaciones han sacado a la luz multitud de objetos, unos relacionados con el rito religioso (cuentas de rosario) y otros vinculados a la vida cotidiana (candiles, marmitas, aguamaniles, jarras…)

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